PREMISA
En la historiografía española de la restauración arquitectónica del siglo XX una figura emerge poderosa siendo reconocida internacionalmente (Kenyon, 1937; Marconi, 1999). Esta es la persona de Leopoldo Torres Balbás. Tanto su valía como ser humano, su prestigio profesional en restauración, en crítica arquitectónica, como historiador, etc., le revelan como, quizá, la máxima figura de nuestro universo cultural en esta centuria y en el ámbito referido con importantísima repercusión en España y con gran trascendencia fuera de nuestro marco geográfico, tanto en Europa, como en África y en América.
El trato vejatorio al que fue insistentemente condenado desde el inicio de la �guerra civil� por las instituciones oficiales vencedoras y por diversos sectores de la sociedad, entre ellos muchos de sus propios compañeros, hacen que toda exaltación honesta posterior sea poca para deshacer tamañas injusticias. La Academia del Partal como Asociación Libre de profesionales españoles de la Restauración empeña su existencia en colaborar a a esta empresa.
Los presentes apuntes tratan de insertar a vuela pluma su significado y el de sus colegas en la restauración arquitectónica española en el conjunto de la centuria, precisamente desde la visión que desde Italia, uno de los países más avanzados del mundo en la teoría y la práctica de la conservación arquitectónica, se ha tenido de todos ellos en sus tratados y textos o en su literatura especializada. Con ello se quiere reflejar que la investigación realizada en las referidas fuentes demuestra que Torres Balbás ha sido uno de los pocos arquitectos hispanos que ha sido valorado fuera en este campo. Igualmente y en este contexto se analiza brevemente la repercusión que toda nuestra producción en restauración de inmuebles tuvo en el país trasalpino en el ya fenecido siglo.
INTRODUCCIÓN
Al analizar detenidamente la bibliografía italiana se aprecia que a lo largo de la centuria del siglo XX se ha producido una muy escasa influencia de los españoles en aquél país, mientras que por el contrario ha existido �según nuestra historiografía y prácticas en restauración- una importante presencia de los teóricos italianos en nuestra actividad �restauratoria�, tanto en la adopción de criterios �sobre todo- como en la utilización de métodos y en el conocimiento de técnicas.
Realizando un �excursus� a través de esta larga etapa se advierte, sin embargo, que en las primeras décadas de la misma y hasta los años treinta prima la influencia de las teorías �idealistas� elaboradas en Francia (con los discípulos de Demetrio de los Ríos y de Vicente Lampérez y Romea) y poco a poco � a partir de los años finales de la segunda decena del siglo con Santibáñez del Río y el Marqués de Vega Inclán fundamentalemente, así como por medio del primer Torres Balbás- va entrando en España la opción �conservadora� elaborada en concreto es Inglaterra a través del pensamiento reinterpretado de John Ruskin y William Morris. En estos años apenas existen intercambios teóricos entre los dos países peninsulares del Mediterráneo apreciándose que también Italia en esta etapa �como en todo el siglo XIX, si se excluyen a los �arqueologistas� de las escuelas de Stern, Valadire y Canina- recibe un fuerte impacto de las teorías de Viollet-le-Duc, al que poco a poco se irán sustrayendo personalidades como Luca Beltrami, Camillo Boito y sus seguidores en las escuelas de Venecia, Milán, Nápoles y Roma. |
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Emilio Moya Lledós (1849 - t. 1919-1943) |
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Archivo J. Esteban Chapapría |
En la época de la República los restauradores españoles se internacionalizan y Torres Balbás viaja por Europa y mantiene contactos con belgas (Le Maire), franceses (P. Leon), italianos, griegos (Balanos), etc. (J. Rivera, 2000). Según Giovanni Carbonara Camillo Boito colabora activamente en la restauración de San Pedro de la Nave (iglesia visigoda de El Campillo, Zamora) . El madrileño/granadino se convertirá en el más prestigioso arquitecto y restaurador español, así, respecto a Italia, según Dezzi Bardeschi (2000: 18)), conoce a Gustavo Giovannoni y participa en el nacimiento de la Facultad de Arquitectura de Roma. Con él redactará la Carta de Atenas (en la que estarán presentes también los españoles F.J. Sánchez Cantón, M. López Otero y E. Moya -becario y director de la Academia de España en Roma: 1922-28 y 1936, respectivamente-). Sin embargo, hemos sido incapaces de comprobar (por el eterno cierre a la consulta de investigadores de los fondos del Centro de Arquitectura de Giovannoni) una buena relación entre ambos no sólo personalmente �algo difícil, pues uno era liberal socialista y el otro fascista-, sino también en sus criterios de restauración, pues en la teoría ambos defienden la Carta de Atenas, pero en la práctica se alejan muchas veces de ella, acaso obligados por la realidad de actuar en obra como así nos parece. Incluso Torres es crítico con las actuaciones italianas y personalmente se decanta por modelos ingleses, de manera que para él �lo único útil y sensato... debe ser el máximo respeto a la obra antigua, conservando las fases y adiciones posteriores que tengan interés histórico, arqueológico, artístico o monumental, huyendo lo más posible de añadir nada nuevo y diferenciando siempre lo añadido, para que nunca pueda confundirse con la obra antigua, al mismo tiempo que se procura tender al ambiente y al aspecto artístico del edificio reparado. Tal criterio se aplica hoy radicalmente por los arquitectos españoles del Servicio de Conservación de Monumentos, más cerca en esto de la tendencia inglesa que de la sustentada por la Comisión de Monumentos Históricos de Francia y por el Consejo Superior de Antigüedades y Bellas Artes de Italia, y practicada por los técnicos al servicio de ambos organismos oficiales� ( Arquitectura , 1933). Empero, no se puede negar la ascendencia italiana y de la Carta de Atenas en su propia obra �la Alhambra de Granada- o en otros avanzados restauradores españoles del momento, como en Jeroni Martorell (según estudió R. Lacuesta ), en sus textos y en su Portal del Centelles con clara influencia �utilitarista� de la Puerta Ticinense de Milán restaurada por Camillo Boito, o en su consolidación de las ruinas del Teatro de Sagunto, en línea con las llevadas a cabo en parte de la Acrópolis ateniense o en las de Villa Adriana de Tivoli de este momento.
En los años de la �guerra civil� (1936-1939) se paralizan los contactos y muchos arquitectos restauradores españoles son depurados y apartados de sus cargos (como los mencionados Leopoldo Torres Balbás y Alejandro Ferrant (como bien han estudiado J.E. Chapapría y P. García Cuetos ), aunque éste será recuperado después para trabajar con el Nuevo Régimen).
Una vez concluida la contienda fratricida la dirección de la conservación de los Monumentos Españoles recae ahora en una personalidad que tiene amplias vinculaciones con Italia (precisamente de la mano de Torres Balbás), F. Íñiguez Almech, que ha viajado con frecuencia a este país y ha realizado en Roma estudios y realizado memorables trabajos como el de �Las trazas de El Escorial�. Allá se relaciona con los arquitectos italianos, especialmente con los directivos de la Superintendencia a los que invita a España a reuniones.
Mientras, en España durante este período de pre y de guerra, surgen algunas alusiones a restauradores italianos o restauraciones realizadas en el país trasalpino, como simple cita, como modelo a seguir, o a veces, las menos, desde la crítica (véase al respecto el discurso de M. López Otero en su ingreso en la Real Academia de San Fernando). De manera distinta ocurre en Italia donde la producción española de postguerra es completamente desconocida, por ejemplo, el ya mencionado Gustavo Giovannoni ni en sus numerosas publicaciones, ni siquiera en la revista que funda y dirige ( Palladio ) jamás menciona nada español desde 1937 hasta 1947. En muy raras ocasiones los italianos en sus libros o ensayos �cuantiosos siempre adiferencia de la costumbre generalizada en nuestras tierras- refieren arquitectos o restauraciones llevadas a cabo en España y, cuando excepcionalmente ocurre, por ejemplo coincidiendo con los años de nuestra postguerra, son referencias con carácter paternalista o ideológico simpatizante, criticando los excesos pero con benevolencia por la situación del patrimonio español tras la conflagración, denostándose la continuidad de la ya superada �restauración estilística�. Así, Guglielmo de Angelis Dossat escribe: �...F. Iñiguez Almech attivissimo... Naturalmente ma tal mole di lavoro nom è apparsa, ovunque, irreprensibile; specie le varie e frequenti integracioni non resultano sempre doverosamente indicate nell´aspectto dei materiali e nella definizione dei limiti: sono questi, però, soltanto i tardivi frutti locali residua vecchia scuola romántica� (1960: 93-94). Pero también se pueden rastrear alguna postura favorable, bien que enlazadas con la defensa de las ideas fascistas desarrolladas en época coetánea en Italia. De esta manera y de acuerdo con las �invenciones españolistas� se manifiesta, entre otros, G. U. Arata, también restaurador romántico que interviene desde las actitudes de la reintegración �en estilo� en lugares como Piacenza, Parma y Bolonia. Este autor relata el daño sufrido por el patrimonio de España en su guerra y contra la postura entonces dominantes en Italia en criterios de restauración advierte que el Gobierno español �impone ai suoi architetti di salvaguardare tutto ciò che è caratteristicamente spagnolo ed etnicamente nazionale (...) Non con`può dirsi di quanto avviene tra noi...�
En años posteriores importantes teóricos romanos, como Paolo Marconi (1999: p. 123), reconocerán como grandes restauradores españoles de esta larga etapa a �J.O. Mestres i Splugas (1815-1895), J. Martorell i Montells (1833-1960), C. Oliveras i Gensanas (1840-1898), F. De P. Villar i Carmona (1860-1927), J. Puig i Cadafalch (1867-1956), J. Vilaseca i Rivera (1885-1963) y L. Torres Balbás (1888-1960)�, según la relación que este mismo arquitecto y restaurador elabora.
En los años sesenta un español activo en el campo del urbanismo y la conservación, Gabriel Alomar, va a tener interesante repercusión en Europa y en Italia. Participa en 1964 en la redacción de la Carta de Venecia (en cuya firma también participó el catalán Joan Bassegoda Nonell), documento que en España no tuvo influencia resaltable, al no ser seguido por nuestros restauradores, más afines y defensores a ultranza aún de las teorías románticas e idealistas francesas. Intervención de Alomar más importante todavía fue su participación activa en la aplicación de una de las indicaciones o recomendaciones de la Carta de Atenas (1931), que no había sido refrendada o asumida por muchos países europeos, cuál fue la recomendación (punto VIII) que instaba a que �los Estados, con las instituciones para ello creadas o reconocidas competentes, publicarán un inventario de los monumentos históricos nacionales acompañados de fotografías e información... todos los Estados crearán un archivo donde sean conservados los documentos relativos a los propios monumentos históricos� . Ésta consideración fue inspirada por la UNESCO el 11 de diciembre de 1962, en que ordenó realizar para su seguimiento a nivel internacional un esquema de inventario de monumentos e inmuebles. El �Inventory of the European Cultural Heritage� fue encargado oficialmente a G. Alomar, F. Sorlin y P. Gazzola, que trabajarán juntos en la redacción de la Carta de Atenas. La repercusión universal de este trabajo la ha valorado Calogero Bellanca (en Carbonara, 1996, 1999: 238, Vol. I): �La relación preveía dos tipos de inventario: el primero debía considerar juntas todas las posibles informaciones útiles al conocimiento. El segundo consistía en preparar una tabla con las informaciones esenciales que pudiesen entenderse útiles para una exacta identificación de los bienes objeto de intervenciones conservativas (...) La clasificación tipológica fue la siguiente: sitios naturales, sitios de interés histórico, sitios de interés científico, sitios urbanos, sitios mixtos, monumentos, arquitectura eclesiástica, arquitectura militar, arquitectura pública civil, arquitectura civil, arquitectura industrial�. Este método provocó en Europa y fuera de ella numerosos estudios de arquitecturas menores (popular y vernácula, arqueología industrial, etc.), ya desde mediados de los sesenta. No obstante aún quedaron términos sin definir, pero se avanzó notablemente como en la publicación que en Madrid redactó el Patrimonio Artístico Nacional. En 1966 el Consejo de Europa mejorará el documento sobre �criterios y métodos para un inventario de las localidades y para los complejos histórico-artísticos�. Gabriel Alomar jugó, pues, un importante papel participando en dos publicaciones, una individual: Critères et méthodes pour pour un inventaire, rapport de base , Conseil de la Coopération culturelle, s.d., s.l. Y una segunda con los citados Sorlin y Gazzola, en 1965: Prospective Inventory of the European Cultural Heritage, Criteria and Methods for the Use of the Index Card , I.E.C.H., Council of Europe.
Con la apertura hacia el exterior del franquismo a finales de los años sesenta y primeros de los setenta evoluciona la posición del Gobierno español, en buena medida por el impulso de Pérez Embid desde la dirección de Monumentos. En esta época y en los comienzos de la transición �años setenta- entran masivamente en España las influencias �o incluso la presencia directa- de teóricos y restauradores italianos. Se funda el Instituto de Restauración de Madrid a imagen del Istituto Centrale per il Restauro romano (que creara Cesare Brandi) y se propagan por España las posiciones culturales de arquitectos como Carlo Scarpa, Francesco Albini, Rogers, Ignazio Gardella, Helga, Zevi, etc., que influirán en un grupo notable de arquitectos como Hernández Gil y López Jaén (becarios de Roma), Alberto García Gil, Fernando Pulín, José María Pérez �Peridis�, Antonio Almagro, Salvador Pérez Arroyo, Antoni González y un largo etcétera. Estas nuevas tendencias se manifiestan también en sus proyectos de restauración y en los planes urbanísticos del momento.
Por el contrario, durante todos estos años y salvo apuntes de revistas de arquitectura periódicas y puntuales, las referencias a lo español en la literatura permanente italiana (libros, ensayos, historiografía específica) son escasísimas (no hay alusiones ni en los viejos textos de Historia o de Teoría de la Restauración de Alfredo Barbacci ni en los modernos de Carlo Ceschi, Roberto Luciani, Roberto Pane, Piero Gazzola, etc., y muy concretos en los más recientes de Jukka Jokilehto). Por entonces también aumenta entre nosotros la presencia de teóricos y arquitectos italianos trabajando aquí o participando en congresos y reuniones internacionales, como es el caso más notable de Aldo Rossi (1975-76) en Sevilla y en Santiago de Compostela en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna y realizando propuestas para la ciudad andaluza. |
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Alejandro Ferrant Vázquez (1897 - t. 1922-1976) |
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Archivo J. Esteban Chapapría |
En los veinte/veinticinco últimos años finales del siglo aparecen ya, ahora ya de forma insistente, referencias a España y a los arquitectos españoles, y generalmente no sólo a obras nuevas de arquitectura, sino también sobre las actividades de restauración llevadas a cabo, las teorías aquí desarrolladas, los criterios y métodos empleados. Respecto al primer caso destacan las referencias a la recuperación y entendimiento de la historia y a su ascendencia en personalidades como Rafael Moneo (becario de la Academia de España, 1963-65) y sus realizaciones que son seguidas por muchos teóricos e historiadores italianos de las Facultades de Roma, Venecia o Milán. La postmodernidad propició en España una importante recuperación de disciplinas como las de Composición y Proyectos, ligadas a la restauración o a la actuación en el construido. Las teorías de la Escuela de Barcelona tuvieron eco notable en Italia. En especial, las propuestas de Ignasi de Solá Morales del �contraste a la analogía� (una posición española próxima a la teoría de la Restauración crítica italiana) para resolver los añadidos, que se aplicó masivamente en los años ochenta y principios de los noventa en nuestro país y cuyos textos fueron traducidos al italiano. Esta Escuela, a la que también pertenecía entonces Moneo, fue reconocida en Italia como una de las �mejores del mundo CEE ( Comunidad Económica Europea )�, y el artículo de Solá Morales en �Lotus International� (1985) y el proyecto de Moneo para el completamiento del Banco de España en Madrid por medio de la �analogía�, casi �pastiche� sin llegar a serlo según las precisiones de los italianos, fueron aplaudidos como soluciones modernas y avanzadas para ser analizadas en Italia: �Eppure la produzione catalana, ed in genere la produzione spagnola nel campo del completamento del costruito è di eccellente qualità: evidentemente è possibile accedere alla chiave necessaria per intervenire sul construito con altri mezzi che non siano quelli da noi tradizionalmente usati, ma pur sempre di dominio degli architetti� (Marconi, 1993: 11-12 y 202), y se valoró también positivamente la reconstrucción del Pabellón de Mies, por I. Solá, Cirici y Ramos y el Liceo de Barcelona por el primero (Marconi, 1999: 134).
La trasecendencia de los español en este momento en cuanto a las restauraciones arquitectónicas y urbanísticas, lleva ahora en el país trasalpino a producir estudios y esfuerzos importantes para su conocimiento y difusión en revistas, memorias de licenciatura, e incluso se llegan a realizar Tesis Doctorales en las Facultades italianas; entre ellas la efectuada �inédita- por M. R. Vitale, I metodi operativi nel restauro architettonico fra principi teorici ed interventi. Problemi di tutela e restauro in Spagna e Francia , que dirigieron en Nápoles S. Boscarino y S. Casiello (1997). También se han publicado allí monográficos sobre España, como el que dedicó la revista de Milán Tema . Tempo Materia Architettura , titulado �Dossier: il restauro in Spagna�, Milano, 1-1997. Entre los arquitectos españoles han llamado la atención y han sido valorados respecto a sus obras de restauración Antoni González -Servicio de Patrimonio Arquitectónico Local de Barcelona- (con amplia bibliografía en italiano y formando parte de la Asociación de restauradores de este país ArCo), Salvador Pérez Arroyo (con fuerte relación en núcleos milaneses y venecianos, aquí como profesor y concursando para la reconstrucción de La Fenice), el referido Moneo y su intervención en la Mezquita de Córdoba (con G. Rebollo), considerada � modello di comportamento corretto in materia de manutenzione e di restauro� (Marconi, 1999: 47). Otros reflejos en la vida italiana de las actuaciones españolas se expresan también en la perpeljidad producida entre los teóricos del �restauro� de actuaciones como las llamadas de �restauración analógica� que han comportado una fuerte carga creativa radical como las del Teatro de Sagunto o las de Baeza (Granada), Nájera (Logroño), Burgos, como las potentes rehabilitaciones de monumentos para nuevas sedes administrativas, etc., donde ha privado la necesidad de forzar el edificio para capacitarlo a los nuevos usos, contra la �ortodoxia� en la que la función siempre es consecuencia de la compatibilidad con el edificio elegido. A este respecto se ha interpretado la intervención en la ruina valenciana como �una particolare declinazione del restauro tipologico anche se, più esattamente, si dovrebbe parlare di un´opera di nuova progettazione sull´antico� (G. Carbonara, 1996, 1999: Vol I, 73). Más interés revistieron las actuaciones en torno al mítico 1992 (año de las Olimpiadas y de la Expo) en edificios históricos en Barcelona y Sevilla realizadas por grandes arquitectos españoles como Tusquets, Clotet, Bohigas, Vázquez, López Cotelo, etc.
En fechas recientes los restauradores italianos han participado en numerosos congresos y reuniones en España acercándose a nuestra problemática como en la redacción de la reciente Carta de Cracovia, en publicaciones y libros compartidos ( Proyecto e Historia , Madrid, 1984; Cuenca/Valencia/Santander-UIMP; Congresos Internacionales �Restaurar la Memoria�, Valladolid, 1998 y 2000; Italia, recuperación arquitectónica y urbana , Granada, 1995; textos del I.A.P.H. de la Junta de Andalucía...), en Master y Cursos en los dos Estados o en Consejos de Redacción y científicos conformados por los profesionales de los mismos. Las intervenciones conjuntas han sido muy escasas, aunque son mencionables las realizadas en España por Rossi, Grassi, Bruno, etc., y las llevadas a cabo en Italia por García Gil en los Abruzzos, por equipos mixtos en el Templete de San Pietro in Montorio de Roma, en Tusculum por el CSIC, etc.
Los vínculos entre Italia y España también se advierten en sus respectivas normativas jurídicas para la tutela del Patrimonio. Nuestros especialistas fueron pioneros durante los primeros treinta años del siglo XX a partir de las leyes de 1926 y 1933 del Patrimonio Histórico Artístico Español, que tuvieron posturas similares en la legislación italiana y en la Carta de Atenas de 1931, como en la Carta del Restauro (1931-32) seguida en el país trasalpino. Sin embargo, la normativa italiana evolucionó notablemente durante el resto del siglo (Cartas del Restauro, 1947; Carta de Venecia, 1964; Cartas del Restauro de fechas posteriores hasta la de 1987) mientras que en España se publicaron y pusieron en vigor nuevas instrucciones subsidiarias de la Ley de 1933 en la postguerra sin derogar aquella, no se siguió la declaración de Venecia (1964) aunque se suscribió, y será necesario esperar hasta 1985 en que se promulga la Ley vigente en la actualidad. La subsiguiente elaboración y publicación de Leyes en la misma materia por las Comunidades Autónomas al recibir estas competencias entre 1982-1984 con la creación de sus propios servicios, separa de nuevo a ambos países.
Desde un punto de vista estrictamente historiográfico, hay que señalar que hasta fechas muy recientes ha sido prácticamente desconocida la producción española, aunque ciertamente en estos momentos comienza a valorarse en Italia, bien porque no existía hasta hace dos décadas, bien porque la producida es todavía ignorada allá: Desde este presupuesto el teórico e historiador romano tristemente desaparecido hace muy pocos meses Gaetano Miarelli ha escrito al analizar el tema de la historiografía de la teoría y la restauración en Europa lo siguiente: �Anche riguardo al restauro la Spagna dimostra, attraverso una recente, copiosa produzione, di essere particolarmente impegnata a superare i ritardi del passato. Fra i numerosi testi disponibili, scelgo il panorama tratteggiato da Javier Rivera Blanco (1989) molto conciso ma anche chiaro e preciso, seppure non molto originale. Segnalo poi il primo dei due volumi curati da Antoni Gonzàlez Moreno Navarro (1999). Un´opera nella quale il direttore del �Servicio de Patrimonio di Barcellona� illustra il metodo di approcio al restauro seguito dal suo Ufficio combinándolo con elementi di teoria e frammenti di storia de Spagna. Un´opera dalla quale emerge specialmente la figura de Jeroni Martorell. Si trata di una visitazione intelligente e vivace della situazione spagnola ove i principi generali, unánimemente condivisi in Europa, vengono interpretati secondo una linea singolare originale e creativa. A questo stesso tema è dedicata la sezione monográfica del periodico Restauro e Città (II, n. 5/6, 1987) ove, specialmente il contributo di Susana Mora (pp. 17-18) pone in luce l´influenza dei teorici italiani del XX secolo sul restauro spagnolo. Ancora in lingua italiana, è il saggio di Carlos Cacciavillani (1988)� (2001: XXIV).
CONCLUSIÓN
La teoría y la restauración arquitectónicas en España han conocido a lo largo del siglo XX una influencia constante de las tendencias italianas con representación notable en Leopoldo Torres Balbás, el más reconocido de nuestros restauradores del siglo extinto. Esta influencia fue de menor incidencia en los comienzos y centro del siglo en que predominaron las idealistas francesas (Vicente Lampérez en las dos primeras décadas e Íñíguez Almech y seguidores durante el franquismo). La presencia de lo italiano y sus nuevas �tendencias� se multiplican a partir de la postmodernidad (años setenta y ochenta), a la vez que en nuestro territorio se desarrollan paralelamente posturas autónomas con raigambre italiana (Ignasi de Solá y Antonio González Capitel con sus presupuestos de la restauración analógica y Antoni González Moreno i Navarro, con la restauración objetiva como revisión de la teoría de la �restauración crítica�.
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA sobre el tema
- Arata, G.U. (s.f.): Ricostruzione e restauri. Vico Hoepli Editore, Milano, s.f.
- Carbonara, G. et alter (1996, 1999): Trattato di restauro architettonico , 4 vols., UTET.
- CARBONARA, G. (1997): "Avvicinamento al Restauro. Teoria, storia, monumenti", Liguori Editore, pp.. 204-205.
- De Angelis D´Ossat, G. (1960): Symposium di Madrid sul restauro dei monumenti(12-24 oct. 1959), Palladio I-II , 93-94.
- Dezzi Bardeschi, M. (2000): L´Alhambra di Granada e i suoi �Restauri�. La �Fè� Antirrestauradora� di Leopoldo Torres Balbás (1888-1960). Alla prova dei fatti�, en Piero Sanpaolesi y Leopoldo Torres Balbás , E.T.S.A., Granada.
- Kenyon, F. (1937): �La protection du patrimoine artistique en Espagne�, Mouseon .
- Marconi, P. (1993): Il restauro e lárchitetto , Saggi Marsilio, Venecia.
- Marconi, P. (1999): Materia e significato , Editori Laterza, Roma-Bari.
- Miarelli Mariani, G: Storia, restauro, storiografia, en Sette, M.P. (2001).
- Mouseion , nº 1937.
- Rivera, J. (2001): De Varia Restauratione , R&R, Valladolid.
- Sette, M.P. (2001): Il restauro in architettura , UTET, Torino.
- Torres Balbás, L. (1933): �La reparación de monumentos antiguos en España� (Enero), Arquitectura . Madrid.